miércoles, 2 de julio de 2008

JUAN PÉREZ JOLOTE Y ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL AMOR

Antes de comenzar a desarrollar las ideas presentes con respecto a la novela antropológica de Ricardo Pozas, Juan Pérez Jolote, creo pertinente hacer énfasis en los datos proveídos a manera de introducción de este libro, no sin antes remarcar el año de su primera edición: 1952.
La razón por la cual he decidido empezar de esta manera, es porque el autor provee cifras y datos sobre la comunidad que están sujetos a los cambios inevitables que el devenir del tiempo provoca. Es decir, las circunstancias del país en casi todos los sentidos son muy diferentes hoy que hace 54 años, y eso se evidencia en la dinámica y los rasgos de todos los pueblos, indígenas o no. El ejemplo más común, con toda probablidad, es el de la demografía. Para el tiempo en que Ricardo Pozas escribiera el texto introductorio a su relato de Juan Pérez Jolote, la población total de hablantes en el municipio de San Juan Chamula, según lo plantea el mismo autor, era de más de 16000 individuos hablantes de tzotzil. Hoy en día, según el censo general de población y vivienda 2000 del INEGI, la cantidad de hablantes de lengua indígena en dicho municipio es de 48819, de los cuales 30695 son monolingües, cifras que se alejan por varios miles de la que Pozas proveyera hace tantos años. Además, la tecnología ha traído cambios en la vida cotidiana: los caminos y los transportes juegan un papel diferente en cuanto a la migración; los individuos se desarrollan en trabajos también diferentes con respecto al pasado porque la comunidad, como muchas otras, se integra cada ves más a la dinámica económica capitalista del país; la televisión y la llegada de sistemas satelitales que proveen cientos de canales, revelan los modos de vida de las grandes ciudades no sólo de México sino del mundo entero, aventando ideales de vida que repercuten en la parte ideológica sobre todo de los jóvenes; los movimientos sociales como el EZLN que, en definitiva, ha incorporado a los indígenas de los altos de Chiapas a una lucha constante y probablemente les ha dado una conciencia mayor de lo que es y ha sido el indígena en México.
No obstante, hay características del grupo que se mantienen, si no intactas, al menos con una base firme a la que la tradición ha contribuido a construir, tradición misma que también ha sido producto de los eventos acaecidos a lo largo de la historia, proveyendo los elementos que conforman la cultura actual, relatada en gran medida por Ricardo Pozas al contar la vida de un chamula que, aunque “no se trate de una biografía excepcional”, como él mismo lo aclara, provee, si no todos, una gran cantidad de elementos etnográficos necesarios para lograr tener al menos una noción de este grupo, no solamente de la propia comunidad de San Juan Chamula, sino de los tzotziles en general.
Ya que este breve escrito se trata de un ensayo y no de una simple reseña literaria de Juan Pérez Jolote, ni de una extensa etnografía de los chamulas (etnia muy "taquillera" en el mundo antropológico), he decidido detenerme dentro de la trama en lo relacionado a un aspecto en particular que es de mi total interés desde que tuve la fortuna de comenzar a estudiar un poco de tzotzil. Me refiero a la cuestión de los sentimientos y la familia, lo que cotidianamente en nuestra cultura llamaríamos amor, y digo “en nuestra cultura” porque, a pesar de lo que mucha gente opina, un sentimiento, en mi propia opinión, es un producto cultural como todos los sentimientos existentes. Esto lo afirmo a partir de la definición de sentimiento que entiendo como un pensamiento que provoca alguna sensación. Los pensamientos están condicionados por la cultura y, a pesar de existir varias definiciones de este concepto, “todas están acordes en reconocer que es aprendida” (Herskovits:1948, p.29). Las sensaciones, por el contrario, no son aprendidas. Tal vez sí lo sea el modo de reaccionar ante ellas, pero el dolor físico: el frío, el calor, etcétera, son cosas que todo ser vivo siente.
Para explicar lo anterior con base en el libro al que este trabajo hace referencia, comenzaré por dar una muy breve reseña de la historia de Juan Pérez Jolote para desembocar en el análisis del aspecto que aquí interesa.
Juan Pérez Jolote es un personaje de un paraje de San Juan Chamula, cuya historia está determinada por el trato que de niño le dio su papá, un hombre aparentemente alcohólico que golpeaba al pequeño Juan cada que pretendía hacerlo trabajar y se percataba de que el niño no podía con las labores que él pretendía que hiciera, tachándolo de inútil sin pensar o sin querer pensar en que la razón era su corta edad y las capacidades físicas que por ello se tienen. El pequeño, atemorizado, decide escapar de su hogar, yéndose a otro poblado tzotzil en el que una familia lo acogió por un tiempo hasta darse cuenta de que no se trataba de un niño huérfano y por tanto tenía que regresar con su familia biológica. Posteriormente vuelve a escapar, busca en San Cristóbal la manera de incorporarse al trabajo en una finca, dentro de la cual comenzó a ganar dinero que le interesaba enviar a su padre para que éste viera que no era un hijo inútil y ganarse su cariño. No lo consiguió.. Juan se incorpora al trabajo en diferentes fincas hasta que un día cierto evento lo dejó en una situación comprometedora que, al no ser aclarada, lo llevó a la cárcel. Salió de ella gracias a los conflictos militares por las cuestiones políticas del país durante principios del siglo XX, pues buscaban personas que se incorporaran al ejército o, mejor dicho, a los ejércitos carrancistas y villistas. Gracias a ello Juan Pérez Jolote conoce varios lugares de México y en el transcurso también conoce al menos a un par de mujeres con las que se involucró sexualmente.
La primera de ellas, una mujer nada joven con la que se sentía un poco apenado de ser visto, aunque omitía la vergüenza por el disfrute de sus encuentros con ella. La segunda mujer se trató de una joven que conoció al incorporase en las tropas villistas, quien le propuso irse al bañar al río, actividad en la cual se evicenció el coqueteo de la chica hacia él y se llevó a cabo lo inevitable, evento que se repitió constantemente en el monte durante la época que estuvo ahí Juan, antes de decidir marcharse para regresar a su tierra. Cuando eso sucedió, él ya había crecido y olvidado su lengua (tzotzil), por lo que le costó trabajo ser reconocido por su familia y su comunidad, además de que lo volvía alguien no visto con buenos ojos dentro de ella y le costó trabajo volverse a integrar y usar sin pena la ropa tradicional que portaban los hombres y participar activamente en las festividades.
Poco a poco, fue ganándose a su padre, ya que Juan trabajaba por temporadas en fincas y proveía de dinero a su familia. Tras una temporada de trabajo, volvió y se halló con la noticia de que su padre había tomado un cargo, gracias al dinero que él le había dejado. Para tener un cargo es necesario el dinero, ya que hay que comprar diversos productos, entre otras cosas, pox (bebida alcohólica hecha a base de caña) y otros menesteres que se pueden requerir a lo largo de la duración del cargo. El pox es un factor de suma importancia en la vida de la comunidad chamula, tanto a nivel religioso como político y social. Esto queda claro desde el principio de la narración, pero más aun cuando se relata la forma en que los principales arreglan los asuntos administrativos, todo con trago en mano que se lleva a casa de los principales y todos beben.
El padre de Juan, aprovechando el privilegio de su situación, le propone a su hijo que buscase esposa. Le pregunta si había alguna que le gustara para irla a pedir. Juan le contesta que sí pero que se trataba también de una tuluc, palabra que significa guajolote, entonces podría haber prohibición por pertenecer al mismo clan, pero Juan lo solucionó considerando que su apellido estaba en castellano y eso haría que no se dieran cuenta. Entonces fueron a visitar a la familia de la muchacha para pedirla, otra vez con pox en mano. Durante el encuentro el padre de la muchacha, entre otras cosas, pregunta inquisitoriamente si ya se relacionaban él y la muchacha, cosa que estaría prohibido y a la cual contestan negativamente. Además le pregunta si era trabajador y si tenía algo que ofrecerle a quien quiere como su futura esposa. Ante la respuesta afirmativa del pretendiente, el futuro suegro procede a cuestionarle en torno de su identidad como chamula debido a que estuvo lejos de la comunidad por mucho tiempo. Comienza entonces un período de prueba y en otra visita, en la que la familia de Juan llevan más cantidad de pox que la vez anterior, Juan lo sirve en orden jerárquico sin beber él y le fue otorgado el permiso para unirse a la muchacha, sólo que para ello tenía que pasar un período de prueba en la que Juan se queda en la casa de los padres de la novia y acompaña al padre en sus labores diarias para convencerlo de que es un hombre trabajador. En la noche que él se quedó ahí, ya durmieron juntos pero evitaron los actos sexuales por “respeto” a los padres de ella, aunque ya era algo permitido. El padre de la novia le dio autorización de irse a su casa sin pasar más días con ellos, pues le explicó que a pesar de que otros jefes de familia exigen muchos días de prueba, a él le había bastado con ese. Indicó a su hija que tomara sus cosas para irse ya a vivir acasa de la familia de su nuevo esposo. Una vez ahí, Juan se va a la finca de la cual había pedido el adelanto para conseguir el dinero necesario para casarse y le concedió a su nueva esposa irse a casa de sus padres durante ese lapso.
Después la vida de Juan Pérez Jolote cambió, buscando él cargos como mayor para ir ganando el respeto de la comunidad. En las labores le fue muy útil su dominio del español.
Su padre murió un día gracias a los estragos del alcohol ingerido en cantidades grandes, misma causa que al momento del relato, siendo alférez, le estaba causando estar enfermo a Juan porque todos iban a su casa a comprar el alcohol que sólo él estaba autorizado a vender, bebiendo con todos ellos.
De la historia de vida a grandes rasgos resumida en las líneas antes de esta, es obvio que se puede sacar mucha información y desarrollar temas sobre la organización tzotzil pero, ya que la cuestión religiosa, social y de cargos ya ha sido muy analizada en gran cantidad de textos etnográficos, es mi propósito detenerme a reflexionar, como ya lo dije, en el aspecto de los sentimientos en la medida que el texto lo permita.
Como en todos los pueblos, entre los tzotziles existen las alianzas entre hombres y mujeres y tienen familias. No obstante, la forma de elección matrimonial y el proceso para llevar a cabo la unión, es totalmente distinta a la que conocemos hoy en día. Es obvio que el amor, de la forma romántica que lo conocemos al menos en nuestra época, no existe entre ellos. La evidencia fehaciente se encuentra en el vocabulario, pues no existe una palabra que se refiera al verbo amar. En el intento por descubrir el equivalente dentro de una clase de tzotzil, sólo hallé los verbos k’anel y k’upinel, que significan querer y gustar respectivamente. El primer verbo, aunque en español pudiera entenderse como un sinónimo de amar, no hay que dejar de lado que en nuestra lengua esa palabra tiene otro sentido que va más enfocado al deseo, lo cual parece ser el sentido del verbo k’anel. Por su parte, el segundo verbo está relacionado con un gusto físico o atracción por otros factores, pero la construcción sentimental parecida a la que poseemos, en definitiva se encuentra muy distante, lo cual también podría explicarse al no haber una palabra que equivalga al verbo “extrañar” de la forma que nuestra cultura la emplea.
Entonces ¿cómo entender los afectos dentro de este grupo? James Taggart, en una ponencia dentro del marco del XIV encuentro de investigadores de la Huasteca, de nombre El amor como concepto religioso entre los nahuat de la Sierra Norte de Puebla, propuso que, al menos en ese grupo nahua, el amor podría entenderse en función del trabajo y de la alimentación. Si nos basamos en el texto de Juan Pérez Jolote, particularmente en la parte de la entrevista con el padre de la mujer que este personaje quería por esposa, esto se revela ya que, también la muchacha es preguntada de si le gusta por trabajador.
Hay un mito sobre la creación del sol y la luna de concepción tzotzil que también podría servir para entender esto, no obstante, este ensayo excedería el número de páginas si se relatara entero, sólo me detendré en explicar que en una parte, según el relato hecho por un hablante de san Andrés Larráinzar, la madre (la luna) ante el extravío de sus hijos mayores expresa llorando a su hijo menor “¿dónde estarán tus hermanos? Si no vuelven, ¿ahora quién va a trabaja y hacer la milpa?”. El sufrimiento de acuerdo a la forma en que esto es relatado va en torno a las necesidades, tal vez una distribución del trabajo. En la cultura occidental esto no es desconocido, claro, hoy en día parecería inconcebible, pero en el pasado de alguna manera esa era la dinámica de las relaciones, distribuir el trabajo, por eso el matrimonio existió. En el caso de los tzotziles aun podría evidenciarse esta dinámica, no obstante lo aquí escribo es una mera suposición fundada, como ya dije redundantemente en un solo texto y ciertos datos que han llegado a mí provenientes de fuentes directas que el intento de conocer una nueva lengua me ha proveído. Claro, el tema es muy complejo, tanto que difícilmente podría siquiera comenzar a quedar claro en un pequeño ensayo, pero pienso que valdría la pena profundizar en él porque daría una riqueza grande para el conocimiento de la cultura.


Bibliografía

Herskovits, Melville
1948
El Hombre y sus Obras, México, FCE

Pozas, Ricardo
1952
Juan Pérez Jolote, México, FCE.

Taggart James
2006 El amor como concepto religioso entre los nahuat de la Sierra Norte de Puebla en el XIV Encuentro de investigadores de la Huasteca, Papantla, México

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