martes, 8 de julio de 2008

Ritual y cuento ¿Religión de un pueblo?


A veces es sumamente complicado trazar el límite que separa a lo supersticioso de lo religioso, a un simple relato regional con tinte de fábula de uno que alude al mito que explicaría una religión. Es difícil comprender de qué se trata este último término sin pensar en un personaje sobrehumano que encabeza la jerarquía de la cual el creyente forma parte y en la parafernalia que un culto conlleva (templos, ceremonias, rituales, etc.). Y no es de extrañarse pues, de no existir estos últimos elementos, la religión sería invisible y, por tanto, carente de fuerza y legitimidad. Todo ello es a lo que engloba el ritual.
El ritual es una característica predominante de la religión, aunque no es precisamente lo que la define. De aquí las complicaciones al determinar qué sí y qué no se trata de cuestiones religiosas dentro de las dinámicas de ciertos grupos en las que se incluyen, entre otras cosas, relatos de diferentes tipos con diversos fines que pueden llegar a ser confusos debido a su naturaleza.
El título del presente ensayo se debe precisamente a esas dificultades para determinar lo religioso a partir de lo que se vive en una sociedad. En este caso plantearé la pregunta ejemplificándola con ciertos relatos orales y escritos de los tzotziles y teeneks que hablan de eventos ocurridos en otro tiempo y en este tiempo, que intentan explicar realidades actuales. Esa es la parte del título que se refiere a “cuentos”, mismos que probablemente podrían denominarse mitos.
¿Pueden estos relatos formar parte de una religión o se deben pensar como un rasgo de su sociedad completamente al margen de ella?
Para contestar esto, creo conveniente comenzar por definir lo que es religión, para lo que usaré las palabras de Clifford Geertz que dicen que la religión es

un sistema de símbolos que obra para establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados anímicos y motivaciones en los hombres formulando concepciones de un orden general de existencia y revistiendo esas concepciones con una aureola de efectividad tal que los estados anímicos y las motivaciones parezcan de un realismo único.[1]

Para Émile Durkheim, la religión está directamente relacionada con la presencia de lo sagrado, que es la esencia de lo religioso, y esto no puede ser personal sino necesariamente colectivo[2]. Esto unificaría un poco ambas concepciones de religión de los dos autores, pues Geertz, al referirse a “un sistema de símbolos”, necesariamente se refiere a algo construido culturalmente y, por tanto, colectivo, ya que no es algo con lo que se nazca por naturaleza sino que finalmente es enseñado.

Entre los tzotziles existe un relato de conocimiento popular que habla sobre el origen de la tierra a partir del Sol (XUT) que, según quien me lo contó, también es considerado Dios porque ese nombre tiene una carga sagrada equiparable con el término “jch’ul totik” que siginifica “nuestro Dios”.
Este relato consiste en una madre que tiene 3 hijos, el más pequeño de ellos, Xut, era al que molestaban sus hermanos todo el tiempo sin parar, dejándole todo el trabajo a él solo. Cada mañana los tres hermanos salían, tras haber recibido su respectiva ración de tortilla hecha por su madre, a trabajar hacia la milpa, pero los hermanos grandes y flojos de Xut, se dedicaban a holgazanear, mientras éste trabajaba y trabajaba. Un día Xut, harto de la situación, con la ayuda de un panal que se encontraba arriba del árbol en que se subió, comenzó a hacer diferentes animales con ayuda de la cera y así estos comenzaron a existir; llamando uno a uno a sus hermanos, logró desaparecerlos y regresar a casa solo, ante lo cual su madre, extrañada comenzó a preocuparse. Xut le dijo que los iría a buscar y le decía que los había encontrado pero que no querían regresar, pero un día se presentaron en forma de cerdos, a lo cual su madre no estaba de acuerdo pues ahora ¿quién iba a trabajar la milpa si el que quedaba era tan pequeño? Xut la tranquilizó diciéndole que él se encargaría de todo y así lo hacía con la ayuda de los animales. Pero un día le fue indicado que su lugar no estaba en la tierra sino que debía subir al cielo con su madre para establecerse como el Sol y ella como la Luna.

Lo anterior ¿Puede considerarse parte de una manifestación religiosa? Es decir, ¿puede darnos pie a pensar que aparte del supuesto “catolicismo” que existe entre los tzotziles, haya otra religión un poco diferente o, más bien, se integre a esa religión los elementos de este tipo de relato, creando otra diferente? La historia relata el origen de los animales y del sol, por lo tanto vuelve comprensible a la vida y da significados de ella, que es la principal finalidad de la religión; está cargada de símbolos en gran medida y, hasta cierto punto también establece disposiciones en la gente, por ejemplo, el trabajo. No obstante, para considerar algo como religioso, tendría que existir la presencia del ritual porque éste materializa las creencias, siendo lo que Geertz maneja como modelo de la realidad y para la realidad, en lo que, a no ser por tal vez la disposición que es este relato crearía, no encuentro modelo alguno “para” la realidad, no así “de” ella. En otras palabras, en mi muy personal opinión, esto es lo que haría dejarle de llamar mito a este cuento, porque el mito no puede existir si no hay un rito como consecuencia.

No obstante, hay ciertos factores de la vida común que sí tienen una carga ritual bastante fuerte, por ejemplo, los truenos, las cuevas y el alma. Tanto para los tzotziles como para los teenek, el alma puede escaparse ante un susto fuerte, haciendo caer gravemente enferma a la persona asustada teniendo que buscar por ello a un curandero para que mediante ciertas actividades la traiga de vuelta. Esto evidentemente se trata de un ritual, aunque, como se dijo al principio, el que la presencia ritual sea un factor común de lo religioso, no es el único ámbito en el que existe. Es decir, también en el de la magia se llevan a cabo rituales, ¿cuál es la diferencia entonces? Como bien claro lo plantea Durkheim, la magia, aunque tenga cosas sagradas no es religión porque es individual. Pero, en este caso del alma y su regreso ¿Es un acto relacionado con lo mágico o con lo religioso? Normalmente se relaciona al curandero más con la idea de mago que con la de “sacerdote” o “especialista religioso”, no obstante, la actividad que realiza, si bien en el momento es prácticamente de forma individual, de fondo se trata en verdad de algo colectivo. Los rituales en una religión no tienen qué ser colectivos, por eso, dentro de la vida católica, existen el bautismo y la comunión que, aunque haya gente presente al momento de llevarse a cabo, sólo están en calidad de observadores, y quienes participan verdaderamente en el ritual son el sacerdote y el que recibe el sacramento. Un ritual según Victor Turner, implica una conducta formal prescrita en ocasiones o dominadas por la rutina tecnológica y relacionada con la creencia en seres o fuerzas místicas y el símbolo es la unidad más pequeña del ritual y la comprensión de ellos varía dependiendo el punto de vista de quien lo vive (especialista-fieles).
Dentro de los rituales existe uno muy particular que ha sido conocido como rito de paso, en el que existe un periodo liminal, que se lleva a cabo cuando se da la transición de un estado a otro. [3] La diferencia principal entre el”rite de passage” con los demás tipos de ritos, según Victor Turner, es que “los cambios se encuentran ligados más a los ritmos y a las recurrencias biológicas o metereológicas que a las innovaciones técnicas”.[4]
En el caso de los teenek y tzotziles, por ejemplo, existiría un periodo liminar tras el momento del susto hasta en el que el curandero logra devolverle su alma, es decir, se estaría llevando a cabo un rito de paso, pero ¿existe la relación con seres o fuerzas sobrenaturales? Lo de los seres sobrenaturales, habría que contestarlo investigando más a fondo, es decir, si hay alguien que extrae (según ellos) el alma, no obstante, la fuerza sobrenatural está presente evidentemente por el simple hecho de ser un evento no cotidiano. Sin embargo, no podría suscribir dichos eventos a una concepción religiosa porque hasta ahora no sé cuál es el génesis de dicho rito y, por lo tanto, no estaríamos frente a algo que explicara una realidad del mundo.

En el caso de los teenek, existe un relato que dejó plasmado Anath Ariel de Vidas con respecto al trueno:

Andaba un muchacho buscando leña. Andaba en el cero cuando entró a la casa de los nichos. Los nichos son truenos. Los truenos dejaron al muchacho en la casa para que la cuide y se fueron a trabajar. Eran muchos. El muchacho se quedó solo en la casa y sacó la ropa de los truenos, que tiene un traje especial para hacer el viento y el huracán. El muchacho se puso el penacho, vistió la capa y tomó el bastón, el hacha y el tecomate. Con esas cosas hizo rayos y truenos. Movía la mano y hacía más rayos. Como él no era trueno, nomás se puso el traje que llevaba arriba, sintió que se iba a caer. Entonces hizo más movimientos con la mano, pero así subió aun más alto con la fuerza del bastón, haciendo más rayos y tormentas. Cuando los truenos regresaron a casa para agarrarlo, se metieron en una gran nube negra para que no los viera el muchacho. Lo agarraron y lo pusieron en el norte. Hoy, cuando no llueve, se ven los grandes rayos de ese lado. Hoy el muchacho está en el mar, y cada vez que pasa el 24 de junio, que es su tiempo de tronar, le dicen “todavía falta mucho” y después pasa la fecha, ya así no hay demasiada lluvia.[5]

Lo anterior está cargado de símbolos, explica algo de la realidad, aunque de principio aparentemente no todo, es colectivo desde el momento en el que se encuentra dentro de la tradición oral de donde fue recogido por la antropóloga que lo transcribió y, sobre todo, dentro del relato hay una idea de ritual en la que intervienen ciertos movimientos, atavíos e instrumentos para llevar a cabo algo en particular que, fuera del relato, es decir, en la vida cotidiana seguramente también se llevan a cabo. El ser sobrenatural en este caso, aunque para Geertz no sea indispensable al hablar de religión, también está presente y se trata del trueno. Claro, no lo digo por el hecho de que haya aparecido en este relato solamente, sino que hay otros en los que juega un papel principal. Por ejemplo, al hablar del origen del maíz según los mismos teenek de Veracruz, es el trueno quien se encarga de dejar libre de un cerro al maíz para que la gente pudiera comer ante la escasez de alimento que estaba habiendo, además de ser el responsable de las diferentes variedades de éste.
Al parecer, en este caso sí podría asegurar que estos relatos se incluyen en un marco religioso pero, ¿de qué religión se trata si la gente que cuenta esas historias se encuentran incluidas en lo que supuestamente es una tradición católica?

También los tzotziles perciben al rayo con características particulares, jerárquicamente encima de los humanos, incluso su nombre en lengua bats ‘i’ k’op es anjel, de lo cual una vez me dijeron que el origen de la palabra es un préstamo del español, que hace alusión precisamente a un ángel. Si esto es cierto, las características “divinas” y sagradas de este evento natural, quedarían más que claras.

Ambos grupos están emparentados lingüísticamente, pues pertenecen a la rama de las lenguas mayences y no creo improbable que tal vez alguien se aventurase a pensar en una “religión maya”, más aún considerando la relación entre el maíz y el trueno de los cuentos/mitos y el maíz y el hombre del mito del Popol Vuh, en el que los seres humanos fueron hechos de maíz. No obstante, no seré yo quien corra ese riesgo, como tampoco seré en esta ocasión quien saque el término de sincretismo para contestar a esa pregunta que ni siquiera es el tema central de este trabajo.

Para iniciar esta explicación (y digo iniciar, pues no pretendo descubrir el hilo negro en un pequeño ensayo) que servirá para corroborar la integración de estos relatos a la religión, comenzaré por hacer mención de ciertos elementos simbólicos en el transcrito arriba, en particular dos: la fecha que ahí se menciona y el punto cardinal al que alude.

El 24 de junio dentro del calendario católico se celebra a San Juan, día famoso por la lluvia que se precipita en grandes cantidades. El norte, según Ariel de Vidas, está relacionado con el mismo santo, el trueno y con las creencias mayas sobre el maíz. No obstante, a mi parecer, la cuestión del santo se vuelve irrelevante, pues lo único que pasó es que se adaptó al santo a las creencias y no al revés. ¿Creencias en qué? Hay quienes plantean la idea de una religión agrícola, misma que no me parece descabellada, pues el trueno se relaciona como agua, ya que es, en términos de Leach, un indicador de la lluvia y al ser indicador podría incluso convertirse en un símbolo de ella que es gracias a la cual las cosechas se pueden dar, esto puede ser también en términos de Turner lo que llama simbolismo ritual.

Tampoco hay que perder de vista que no sólo en esos lugares se llevan a cabo ese tipo de actividades, en la cuenca de México, por ejemplo, también existen especialistas que se encargan de la lluvia, que están relacionados también con el rayo, porque de hecho él es el que los transforma en personas idóneas para llevar a cabo los rituales de petición (cuando son tocados por estos y sobreviven).
Cabe mencionar que en este caso habría que separar y ligar a la vez la cuestión ritual, por un lado se encuentra el rito de paso que se da cuando un individuo se convierte en un futuro especialista religioso tras haber pasado por las situaciones debidas para ello y, por otro, el rito realizado por el especialista una vez siendo tal, pero que finalmente cuajan la forma de una religión.

Darle un nombre a esa religión es un poco complicado, pero el hecho es que sí existe tal, siguiendo el concepto de Geertz sobre ella, alimentado por el de Durkheim. Los relatos no son la religión en sí, pero en calidad de mitos, son un eje de ella, quienes divulgan su existencia.

[1] Geertz, Clifford
[2] Durkheim, Émile Las Formas Elementales de la Vida Religiosa
[3] Turner, Victor, La Selva de los Símbolos
[4] Ibidem, p.103
[5] Ariel de Vidas, Anath, El Trueno ya no Vive Aquí. Representación de la marginalidad y construcción de la identidad teenek, CIESAS, México, p.468

BIBLIOGRAFÍA
Ariel de Vidas, Anath, El Trueno ya no Vive Aquí. Representación de la marginalidad y construcción de la identidad teenek, CIESAS, México, p.468
Durkheim, Émile, “Las Formas Elementales de la Vida Religiosa”
Geertz, Clifford “La Interpretación de las Culturas”
Leach, Edmund “culture and Communication, the logic in which symbols are connected”, Cambridge university Press, Cambridge
Turner, Victor “La Selva de los Símbolos”

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